J.s Homero
Maga: Canto IX (Memento Amoris)
Maga: Canto IX (Memento Amoris)

[El poeta]
El encanto de sus clases era verte a los lejos.
Ojos frescos como las lechugas y engañosos como las lechuzas.
Pescaba miradas de otras de sus estudiantes.
Pero tus pestañas fueron anzuelos y atrapaste al pez más grande.
Tus pupilas eran cebos deliciosos o trampas puntuales.
Tu especialidad eran los prestigios pequeños, incluso el coqueteo distante.
Tus catástrofes eran lo desconocido dе tus manos que solo soplaban mis dedos.
Aprendió a mirar con los ojos cеrrados.
A fotografiarte entre pestañeos intermitentes.


[Homer]
Decía, con palabras que ya he olvidado,
que la épica vulgar del amor, la tuya y la de él.

Rondaba por recovecos prohibidos,
donde los besos se pintan con brocha fina.

Ocasionalmente dentro del salón, él dictando su clase,
hundiendo en su gruesa voz, el nervio de verte cada día.

Mientras más gruesa era su voz, más nervios por ti sentía.

No temblaba, pero su corazón latía a mil por hora.
Él era un indio que hace años soñó con pieles blancas.

Pícara como las enredaderas,
eres Eufemia,
eres el abrazo de la sombra del árbol en el desierto.

[El demonio]
Él malnacido no tuvo misterios.
Su verdad fue clara y distinta.

Vió entre las tejas una pluma con tinta.
Él sabrá que las gruesas capas del lodo son agua y barro.
Sentirá las arenas, los cristales, las hojas muertas del verano pasado.
El muy maldito despertó sin temor.
Soñando una blusa blanca y un fruto bajo una falda verdeclara.
Abrió las cortinas y puertas del miedo,

Y fue a un altar…

Quise detenerlo, pero fue tarde.

Por las mañanas se sentía vivo al estar enamorado de su estudiante...

De ti.

Eres para él su diente de oro en una olla de barro.
El pan marfil que quiebra el horno de tierra.

Milagros existentes en el suspirar.