Cevladé
No me faltan distracciones
No me faltan distracciones… corro por las galerías de piedra, evocando viejas coreografías hasta rodar al suelo, mareado. A veces me escondo y juego a que me buscan. O a que me aplauden. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. Juego a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. Pero de tantos juegos, el que prefiero es el de otro Astaire. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Le digo: Ahora estamos en el cruce anterior o aquí es donde solía ensayar o Bien decía yo que te gustaría el patio o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos