Cevladé
Que entre el que quiera
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas están abiertas día y noche. Que entre el que quiera. No hallará un solo piano, ni un cuaderno donde anotar nada, pero sí la quietud y la soledad. Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa, nada que envidiarle al Ritz. Yo, Astaire, soy un prisionero. Por lo demás, algún atardecer he pisado algún escenario; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras del público